jueves, 10 de abril de 2008

Una carta de amor


Han abierto sus fauces estos años para rugir verdades y dibujar en mi pecho herido por sus garras un sol naranja, redondo como la tarde. Han asistido a todas mis muertes y han llorado mi pena y velado la palabra ausente. Me han perseguido por todas las aceras y han bajado peldaño tras peldaño al rebufo de mi espalda cargada de sueños y amargura. Han comido las bestias de mi mano y han dejado libre esa mano para aplaudir, quizás, mi valentía. Pero pasó su tiempo, y el tiempo de las muertes y la ausencia. Me meteré en el mar de tu sonrisa y comenzaré una larga travesía rumbo a tu corazón. Amaré todo de ti, si tu apartas la cortina y me muestras tanto como tanto seas. Serán mis manos viento y tu pelo velamen de fragata. Flotaremos tanto como podamos hasta alzar el vuelo y desaparecer, juntos, con un libro en las manos en el mismo sofá. Yo te leeré mis... Cae un lágrima. Si quisieras escuchar me gustaría llenarte de asombro compartiendo el mío. Si escuchas, hablaré despacito para no equivocarme y tentar a las bestias. Me posaré en tu seno como la hoja muerta por el otoño y tú pasarás tu acento andaluz por mis mejillas. Usurparé el trono a tu rey invisible y reinaré en tu reino como un esclavo más de tu sonrisa. Se acabarán los años de la huida. Y los paseos por la calma serán interminables.

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