viernes, 9 de mayo de 2008

Un lugar


Este lugar es tan bueno como cualquier otro. Este lugar en medio del habitado desierto del existir y el no existir. Tan bueno para tanto y tan extremadamente sublime para las naderías que empujan hacia un pensamiento vacío. Esta silla compañera, aliada de mi mano y ese rostro, enemigo sin pretensión de mi quietud y mi silencio, son asientos del ser ambos y ninguno. Aqui florece, como en cualquier desierto que se preste, la palabra, esclava de mis instintos más voraces, feroces y noctívagos. ¿Cómo hacerte entender, rostro enemigo, que vengo de otra batalla y que la lucha, en la que fui coronado y derrotado, señor y siervo mío, tuvo un final amargo y destructivo? Este lugar, ese rostro, caña y libro es tan bueno, tan veraz, tan armonioso e intrincado y complejo y caótico como cualquier otro. ¿Cómo hacerte entender que de la oscuridad lo entiendo todo? ¿Y que abierta una brecha en un pronto pasado y vislumbrar la luz, sería tan honroso mostrarte yo el camino como que tú siguieras mis pasos hacia el cuarto y secases tu piel debajo de mis sábanas? Ya sé que de la piel apenas yo sé nada. Y que tan roto en trozos inmumerables veces llamé a distintas puertas en las que la mirilla negó al pomo y me quedé en la calle. Pero tengo esta silla, estas palabras, este desierto frío y lluvioso. Y la esperanza.

No hay comentarios: